El Hotel Capri: el nido secreto de la mafia en La Habana que no conocías

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Cuando hablamos de La Habana antes de 1959, nos viene a la mente un lugar lleno de música, autos clásicos y glamour. Pero también tuvo su lado oscuro, y uno de los protagonistas de esta historia fue el Hotel Capri, un lugar con un pasado que huele a prohibición, juego y mafiosos. 😎 ¡Agárrate que viene lo bueno!

El Capri: donde la mafia hacía sus jugadas

Ubicado en pleno Vedado, en la Calle 21 entre N y O, el Capri no solo era un lujoso hotel con piscina en la azotea que salió en la película Nuestro hombre en La Habana. Este lugar era también el punto de encuentro oficial de la mafia en Cuba. Sí, mi gente, uno de los epicentros del crimen organizado.

En aquellos tiempos, La Habana era un paraíso para los mafiosos. En la Isla no solo no tenían problemas con el gobierno, ¡eran socios! Y de paso, disfrutaban del ron, las playas y la vida nocturna. ¿Quién necesita Las Vegas cuando tienes La Habana?

Con sus 250 habitaciones y un casino que no tenía nada que envidiarle a los de Estados Unidos, el Capri era un imán para aquellos que querían mezclar placer y negocios turbios.

¿Cómo llegó la mafia al Capri?

Todo comenzó con la Ley de Hotel 2070, una jugada de Fulgencio Batista en 1955. Esta ley ofrecía incentivos fiscales, préstamos y licencias para casinos a quienes construyeran hoteles de más de un millón de dólares en La Habana. ¿Qué pasó? Que los mafiosos vieron la oportunidad y ¡se tiraron como locos!

El Capri fue de los primeros en ser levantado. ¿Y el dueño? Nada menos que Santo Trafficante Jr., un pez gordo de Tampa, Florida. La operación diaria del hotel estaba a cargo de Nicolás Di Costanzo y Charles Turín, dos nombres que no se andaban con cuentos.

La gran inauguración ocurrió en Acción de Gracias de 1957, con el mismísimo George Raft, actor y mafioso de la vida real, dando la bienvenida en el casino.

Negocios y secretos en los pasillos del Capri

Si esas paredes hablaran, ¡ay mamá! En el casino y los salones del Capri se cerraron muchos negocios turbios. Incluso, el famoso mafioso Meyer Lansky tenía una suite exclusiva en el último piso del hotel. 🃏

La Habana, en esos días, era una especie de Las Vegas caribeña, pero con un encanto tropical que los mafiosos amaban. Sin embargo, los intereses de las familias sicilianas y las alianzas entre Batista y el clan Habana-Las Vegas provocaron guerras sangrientas en las sombras.

¿Qué queda del Capri hoy?

Hoy, el Capri es un hotel más en La Habana, lleno de turistas y visitantes que probablemente no saben que una vez fue el corazón de los negocios de la mafia en Cuba. Pero para nosotros, los que amamos nuestra historia, queda como un símbolo de una época que marcó el destino de la Isla, para bien o para mal.

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