El Cristo de La Habana: El secreto mejor guardado de su creadora cubana

Calle y Malecón 🤔

En pleno corazón de La Habana, sobre la emblemática loma de La Cabaña, se alza una de las esculturas más impresionantes de Cuba: El Cristo de La Habana. Pero, ¿sabías que esta monumental obra, tallada en mármol blanco de Carrara, fue creada por una mujer cubana? 🕊️ Aquí te cuento todos los detalles de esta historia llena de arte, sacrificio y sabor cubano.

Una escultura monumental con alma femenina

La historia de El Cristo de La Habana comenzó en 1958, cuando la talentosa escultora pinareña Jilma Madera se alzó como ganadora de un concurso nacional. El premio: 200 mil pesos. Pero, en lugar de quedarse con ese dinero, Jilma lo invirtió en comprar el mármol italiano necesario para dar vida a su visión artística. ¡Esa es una mujer echada pa’lante! 💪

Durante dos años, Jilma trabajó incansablemente en la localidad de Carrara, Italia, donde talló las 67 piezas que formarían la escultura. Cada detalle tenía un propósito, y aunque la obra fue inaugurada el 25 de diciembre de 1958, justo antes del triunfo revolucionario, su significado trasciende épocas y contextos políticos.

Un Cristo diferente: Para que lo recuerden, no para adorarlo

A diferencia del famoso Cristo Redentor de Brasil o de otros similares en Angola y Portugal, El Cristo de La Habana tiene un toque único y rebelde. Jilma no quiso que la figura estuviera con los brazos abiertos. En su lugar, diseñó una postura más serena y reflexiva, en sintonía con la esencia cubana.

El día de la inauguración, Jilma dejó claro su propósito: «Lo hice para que lo recordaran, no para que lo adoraran. Es mármol.» Y vaya si lo lograron recordar. Esta imponente obra mide 20 metros de altura, pesa 600 toneladas y está compuesta por 67 piezas perfectamente ensambladas.

Cristo de La Habana construccion

Un Cristo muy cubano: Mestizaje y sandalias incluidas

La creadora no usó ningún modelo para esculpir al Cristo; en cambio, se inspiró en su ideal de belleza masculina. Con ojos oblicuos y labios pulposos, Jilma representó el mestizaje cubano en todo su esplendor. Además, los pies de la estatua son un detalle muy personal: ¡son los de la propia Jilma! Y sí, calzan sandalias de meter el dedo, como las que se usaban en la Cuba del siglo XX. 🩴

Este detalle no es solo una muestra de su estilo, sino un guiño a la cercanía con el pueblo cubano. Jilma quería que quienes admiraran su obra sintieran que El Cristo de La Habana no es una figura lejana, sino alguien que camina junto a ellos.

Un legado eterno en el corazón de La Habana

El viaje desde Carrara a Cuba no fue sencillo. Cada pieza de la estatua llegó asegurada, y Jilma incluso trajo un bloque extra de mármol, por si acaso. Luego, con la ayuda de un equipo de hombres y una grúa, supervisó personalmente la colocación de cada fragmento.

Escultora del Cristo de La habana
Lilia Jilma Madera Valiente, natural de San Cristóbal, hoy municipio de Artemisa

Hoy, El Cristo de La Habana no solo es una obra de arte, sino un símbolo de la tenacidad y creatividad cubanas. Su creadora, Jilma Madera, rompió barreras en una época en la que las mujeres apenas tenían espacio en el mundo del arte monumental.

Una parada obligatoria para cubanos y visitantes

Si alguna vez visitas La Habana, no dejes de darte una vuelta por la loma de La Cabaña. Allí, a más de 50 metros sobre el nivel del mar, te espera este impresionante Cristo con su aire cubanísimo y su historia llena de inspiración. Y recuerda: este no es solo un Cristo, es un pedazo del alma de Cuba. 🌴

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Cristo de La Habana. Foto: Jennifer Romero/ Cubadebate.

¿Ya conocías esta historia? ¡Déjanos tus comentarios y comparte este pedacito de nuestra identidad cubana!

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